Historia De La Belleza : la forma como un 'organismo sustancial'
- bookeygetbooks
- 14 mar 2023
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Los presupuestos para abordar la cuestión de la forma parten de una reflexión muy articulada, de carácter metateórico, desarrollada por primera vez en su estudio sobre la estética de Tomás de Aquino. Según Eco, la estética de Tomás de Aquino tiene dos rasgos: es coherente pero, como sistema teórico, todavía contiene una contradicción; y, es una prueba -una de las más completas- de la presencia de reflexiones estéticas en la Edad Media. Ambos rasgos atestiguan un origen premoderno de la estética como teoría de la belleza y el arte.
Es también un precedente importante para la filosofía del arte, aquella cuya 'identidad' está asociada al siglo XIX, como enseña la lección hegeliana que lo entiende como una filosofía dedicada al espíritu que hace posible el arte, a su belleza, como así como al profundo vínculo entre espíritu y materia, pensamiento y sensibilidad. La filosofía del arte, como escribió Friedrich WJ Schelling (1802-04), se basa en la relación entre pensamiento y realidad en la medida en que: «[a]rte es lo real, lo objetivo; la filosofía es lo ideal, lo subjetivo. La tarea de la filosofía del arte podría pues estar predeterminada en estos términos: presentar lo real, contenido en el arte, en lo ideal». Schelling destacó precisamente el problema de la posibilidad de presentar lo real en lo ideal. Es decir, en términos de Eco, desarrollar un sistema teórico que pueda dar cuenta satisfactoria de la realidad. Sin embargo, es un sistema que, inevitablemente, también tiene fallas y puede ser inadecuado. Una vez más Eco trae la diferencia, encontrada en elaboraciones teóricas desde la antigüedad, al frente de la discusión.
El interés de Eco por los supuestos de la estética medieval está motivado por esta conciencia. Eco escribe que el arte y la belleza son los dos puntos de referencia principales de la estética medieval: una reflexión, a menudo no solo filosófica sino también teológica, que investiga la producción de obras y experiencias con la naturaleza para captar los rasgos más importantes del placer estético. HAGA CLIC EN ESTE ENLACE Y NAVEGUE EL RESUMEN DE LA HISTORIA DE LA BELLEZA
La cuestión estética en Tomás de Aquino se examina demostrando primero el vínculo con la metafísica. El primer paso de Eco es una reflexión sobre el ser y sus propiedades trascendentales. Más precisamente, sobre la belleza considerada como trascendental a la luz de una sensibilidad estética, o como él aclara: de una 'visión estética de las cosas', presente en la tradición clásica y recuperada en la medieval. Una de las implicaciones teóricas más importantes de esta investigación es el reconocimiento de la participación en la Belleza, que Eco describe como una «propiedad constante de todo ser». Desarrolla, por tanto, una reflexión sobre la relación entre forma y belleza, vínculo que aparece en la Summa de Albertus Magnus. Eco aclara que la forma puede ser considerada como el «carácter objetivo de la Belleza» porque, como explica, «lo que distingue a la belleza no es el hecho de que se la mire de cierta manera, sino el hecho de que la forma resplandece, un armonía plenamente objetiva, en las partes proporcionadas de la materia». Albertus Magnus insistió en el aspecto objetivo de la Belleza al considerarla una propiedad coextensiva del ser, anticipándose así a Tomás de Aquino. Reconociendo las influencias platónicas en las reflexiones de Alberto Magno, Eco señala que incluso para Tomás de Aquino, lo Bello es un trascendental, «una propiedad coextensiva del ser».
En su estudio de la estética medieval, Eco examina un tema particular que es crucial para sus investigaciones: el de la 'visio estética', es decir, una intuición inmediata de la esencia estética. Con este concepto Eco se refiere a una experiencia directa de contacto y recepción que concierne sobre todo a la forma y su aprehensión:
el carácter distintivo de la visio estética es que capta la forma en lo sensible y por lo sensible, y es por las aprehensiones de los sentidos que la luz del ser entra en el intelecto. El placer estético es el reposo del intelecto cuando se goza sin trabajo ni discusión; liberado de su labor natural de abstracción, 'bebe la claridad del ser'. La actividad crítica que pertenece propiamente al intelecto viene después. El momento estético es contemplativo, acrítico, bendito.
Eco también asume que existe un vínculo entre una intuición estética y una intelectual, tratando de aclarar si esta última es concebible en el pensamiento tomista. Si es así, la posición de la visio (la visión inmediata) no está entre la percepción sensible y la abstracción intelectual. Más que promover una visión metafísica, la estética tomista defiende la posibilidad de una belleza tangible y verificable de las cosas. Además, Eco señala que en él se presentan tres criterios formales de belleza: proporción, integridad y claridad, es decir, criterios que permiten la identificación del objeto estético. Los tres se refieren al concepto de “forma”, que Eco reconoce como decisivo para el pensamiento estético de Tomás de Aquino.
A través de la investigación de los textos tomistas, Eco enfatiza que la forma es fundamental porque determina cómo puede ser una determinada cosa y porque es una referencia indispensable para el otorgamiento de su valor estético. Por un lado, lo Bello «está fundado en la forma», y por otro, «como trascendental, por ejemplo, es coextensivo al ser; pero una cosa tiene ser en tanto actualiza una estructura racional que 'informa' la materia». Además, la forma es también condición de posibilidad de la perfección, ya que la forma «establece unas condiciones y determina otras». Además de ser un «fundamento objetivo de la belleza», la forma tiene en efecto una doble naturaleza que la caracteriza: es «un patrón inmanente a las cosas» y es «la cosa misma concebida como un 'organismo' estructurado y gobernado por la leyes internas de su composición».
A la luz de estas observaciones, Eco desarrolla su investigación teniendo en cuenta las enseñanzas extraídas de la filosofía de Luigi Pareyson (1954), para quien la forma determina y organiza una cosa en virtud de sus 'leyes internas', es decir, en virtud de su autonomía, que se basa en la autorregulación y en una finalidad que hacen posible el diseño de una determinada cosa. Sin embargo, si para Pareyson la forma es, por un lado, determinación, una organización que tiende a la finitud y la coherencia, por otro lado puede ser considerada en una perspectiva relacional, ya que deriva de un cambio y anticipa otro. Desde este punto de vista, argumenta Eco, la forma puede considerarse 'abierta', es decir, siempre en formación. Esto es crucial y permite a Eco mostrar que para Tomás de Aquino, a diferencia de Aristóteles, la forma se concibe como esencia, como sustancia, «el punto focal de la organización, la selección y la vida de los múltiples aspectos propios de la sustancia. Significa la constitución estructural de una cosa concreta».
En esta investigación, a través de la cual evalúa la posibilidad de concebir la forma como un «organismo sustancial», Eco identifica, por tanto, los requisitos previos para teorizar sobre la apertura. La forma, desde este punto de vista, estaría bastante cerca de un organismo sustancial, «en su aspecto estructural», aunque «aparte de su dependencia ontológico-metafísica». El razonamiento de Eco destaca la mutabilidad que caracteriza a la forma, la incertidumbre que entra en escena a nivel de la realidad y que a veces también puede contradecir su elaboración teórica. Por eso, escribe Eco, respecto al tema de la proporción: «como veremos, la realidad concreta estaba en constante cambio aunque su definición filosófica permaneciera igual».


















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